No confío en Bitcoin, nunca lo he hecho
Confiamos en todo cada día. Que tus patatas especiales no sean tóxicas. Que el tren llegue puntual. Que Vitesse siga existiendo el próximo año. Que tu banco no haga que tu dinero se evapore de la nada. Pero confiar ciegamente puede salirte caro. Especialmente cuando se trata de dinero.
En Bitcoin las cosas funcionan de manera diferente. Bitcoin no requiere en absoluto tu confianza. Y eso no es un error en el sistema, sino precisamente su intención. Nunca he sentido la necesidad de confiar en Bitcoin.

Los bancos se basan en la confianza, y aun así, a menudo fracasan
Nuestro sistema financiero completo se basa en la confianza. Confiamos en que los bancos cumplan lo que prometen. Que no jueguen o hagan desaparecer el dinero que depositas en tu cuenta. Pero bueno, a menudo las cosas salen mal.
¿Recuerdas la situación con el banco DSB en 2009? Los clientes literalmente hacían fila para retirar su dinero cuando el banco estaba tambaleándose. El banco quebró, miles de personas perdieron sus ahorros o tuvieron problemas con préstamos. Confianza perdida.
O toma ABN AMRO, que en 2008 tuvo que ser rescatado por el gobierno con miles de millones de dinero de los contribuyentes. ¿Por qué? Porque se habían tomado demasiados riesgos. Mientras tanto, los ciudadanos normales salieron perdiendo.
¿Qué hay de ING, que en 2018 tuvo que pagar una multa de 775 millones de euros porque durante años no habían cumplido con la prevención del lavado de dinero? Estos ya no son pequeños errores. Son problemas sistémicos, en instituciones en las que confiamos nuestro dinero todos los días.
Bitcoin: reemplazar la confianza por control
En 2009 surgió una alternativa: Bitcoin. Nacido de la crisis financiera. El creador, Satoshi Nakamoto, lo dejó escrito negro sobre blanco: «El problema fundamental con el dinero tradicional es que necesitas confiar en terceros para que el sistema funcione».
Bitcoin resuelve eso eliminando la necesidad de confianza. No tienes que creerle a nadie que el sistema funciona. Puedes verificarlo tú mismo.
Cada transacción es visible. Las reglas del juego están definidas por un código. El suministro de Bitcoin es limitado: nunca habrá más de 21 millones. Cualquiera puede comprobarlo. Tú, yo, tu vecina. Si tienes un poco de conocimientos técnicos, puedes ejecutar un nodo y ver con tus propios ojos si todo está correcto.
Y eso te da libertad. Porque entonces no tienes que temer que alguien esté haciendo algo detrás de bambalinas que nunca conocerás.
Sin director, sin equipo de marketing, sin oficina
Lo que realmente hace único a Bitcoin es que no pertenece a nadie. No hay una empresa detrás. No hay un CEO que se suba a un escenario con un auricular y prometa que «mejorará en 2026». No hay una oficina central a la que puedas llamar. No hay un departamento de relaciones públicas. No hay inversores que quieran ejercer influencia. No hay un servicio de atención al cliente con una molesta música de espera.
Quizás parezca caótico, pero esa es precisamente la fuerza. Porque también significa: ningún país puede detenerlo. Ningún gobierno puede decir «Vamos a arrestar al fundador», porque es desconocido, Satoshi lleva años desaparecido. Ningún director de banco que reciba un bono por comportamiento arriesgado. Ninguna campaña de marketing que intente convencerte de «invertir ahora».
Bitcoin es como internet o el correo electrónico: un protocolo abierto. Cualquiera puede unirse. Nadie tiene poder sobre él.
Lo opuesto a la confianza ciega
Y eso es lo que hace a Bitcoin lo opuesto a la confianza ciega. No es: «Créenos, saldrá bien». Es: «Aquí están las reglas. Verifícalas por ti mismo».
Es tecnología en lugar de confianza. Transparencia en lugar de salas traseras secretas. Matemáticas en lugar de poder.
Y sí, también significa que debes asumir la responsabilidad. Debes guardar tus propios bitcoins, anotar tu frase de recuperación, y aprender un poco sobre cómo funciona.
Pero ese es el precio de un verdadero control. De la independencia. De no tener que confiar en nadie.
Esta idea fue expresada de manera hermosa en una publicación en LinkedIn de BitBox, una empresa que fabrica monederos físicos. Escribieron: «No confío en Bitcoin. Y está bien. Porque Bitcoin no requiere confianza. Te brinda las herramientas para verificarlo por ti mismo». Y sinceramente, ahí tocan el meollo de la cuestión.
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