Justin Sun va a comer un plátano de 6,2 millones de dólares, descubre por qué
El genio del marketing y fundador de TRON, Justin Sun, ha anunciado que comprará 100.000 plátanos en el puesto de frutas del Sr. Shah Alam en Nueva York. Esta hazaña sigue a una subasta de arte donde un plátano del puesto de Alam se vendió como parte de una obra de arte por la increíble suma de $6,2 millones.
From fruit stand to art history
Mr. Alam, un vendedor de frutas de 74 años que trabaja doce horas al día por $12 la hora cuatro días a la semana, se convirtió inesperadamente en parte de uno de los eventos artísticos más comentados del año. Su reacción a la venta fue tan conmovedora como sincera: se preguntó sorprendido si los compradores realmente sabían qué era un plátano.
El gesto cálido de Sun
Justin Sun decidió no solo comprar los plátanos, sino que también desea distribuirlos de forma gratuita a nivel mundial a través del puesto de Alam. Cualquier persona con identificación válida puede recoger un plátano mientras duren las existencias.
«La contribución del Sr. Alam a esta extraordinaria obra de arte es imprescindible, «, dijo Sun.
«Muestra las infinitas posibilidades y el valor que se esconden en la vida cotidiana. «
El arte de compartir
Por cierto, esta historia se pone aún más divertida: Sun ha anunciado que él mismo se comerá un plátano el 29 de noviembre a las 14:00 horas (GMT + 8). Esto se ajusta a la tradición de la obra de arte conocida como «Comedian» de Maurizio Cattelan, donde el plátano se come y se reemplaza regularmente.
Una conclusión conmovedora
Incluso el artista Cattelan se conmovió al escuchar la reacción del humilde vendedor de frutas Alam a su obra de arte. Le conmovió que un simple plátano pudiera provocar tanto. Y lo hermoso es: precisamente en un mundo de grandes negocios y criptomillones, esta historia muestra que aún podemos sonreír ante los pequeños momentos humanos que hacen que la vida sea tan especial.
¿Deberíamos tomar esto en serio?
Tal vez deberíamos mirar este tipo de acciones con un poco más de humor. Porque aunque todos creemos en el futuro serio de las criptomonedas, está bien reírse de las a veces extrañas rutas que la industria sigue.
Y quién sabe, tal vez esta historia inspire a toda una nueva generación de criptomonedas basadas en frutas. ¿BananaCoin, alguien?